Decisiones Suicidas
OPINIÓN | 23 Mar 2018
Corría el año 1947 y el profesor Friedrich Hayek convocó a 36 intelectuales de las ciencias sociales y económicas, a una reunión en el hotel du Parc en la villa de Mont Pelerin (Suiza). De esa reunión surgió la Sociedad Mont Pelerin, organización cuya principal meta era la defensa de la sociedad occidental y las instituciones que la sostienen: el gobierno limitado, la propiedad privada y el libre mercado.
Para Friedrich Hayek, la defensa de occidente debía centrarse en el terreno académico, a diferencia de Frank Knight que consideraba la acción política tan importante como la batalla intelectual. Lastimosamente, el tiempo acabó demostrando cuán equivocado estaba el genial Hayek. Los partidos “liberales” y los “tanques de pensamiento” han estado siempre separados (la doctrina divorciada de la práctica). Abandonar la acción política, significó entregar gran parte de la civilización a los socialistas de diferentes colores.
A finales del siglo XIX el cristianismo tuvo dos grandes problemas que enfrentar: la invasión del socialismo al interior de las principales denominaciones y el surgimiento del evangelicalismo.
Pero el nacimiento del evangelicalismo no pudo haber avanzado sino por el trabajo del expresbiteriano Charles Grandson Finney, considerado el personaje religioso y social de más influencia en los Estados Unidos en el siglo XIX, y el que plasma fuertemente el modelo y movimiento evangélico en América y de allí a todo el mundo, especialmente en Latinoamerica. Finney rechazó la teología calvinista de los padres Puritanos del siglo XVII: teología que incluía una cosmovisión cristiana del gobierno, la política y la economía. Y la reemplazó por una mezcla peligrosa de teología arminiana, misticismo y tradiciones de los indios americanos.
El pentecostalismo es el resultado final del trabajo empezado por Finney. Siendo éste un movimiento religioso sin una consistencia teológica, se divide en diversos grupos, que en muchas ocasiones viven enfrentados entre sí.
En el caso particular de nuestra América, y con salvadas excepciones, los grupos pentecostales son cómplices silenciosos del sistema socialista, en muchos casos por ignorancia, y en otros, por una pésima hermenéutica bíblica que los hace desentenderse de su entorno social y político.
Nuestra América, empezara el camino del progreso, el día que los liberales dejemos de ser islas individuales y los cristianos recuperemos nuestra voz en la cultura, la academia y la política.
/*HUGO BALDERRAMA ES ECONOMISTA MASTER EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Y PHD. EN ECONOMÍA/
Fuente: VISOR BOLIVIA