¡Muchas gracias España!
En días pasado, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, a través de su cuenta de Facebook comunicó que había hecho el envío de dos cartas. Una para Felipe VI, rey de España, y otra para el papa Francisco, en la que les solicitaba que pidan perdón por la conquista y los abusos a los pueblos indígenas mexicanos.
Pero ¿Es verdad que la llegada de los españoles terminó con la paz y la armonía con la que vivían los originarios de estas tierras, o el odio a España es solo otra forma de reflejar el complejo de inferioridad de los latinoamericanos?
María Roca Barea (Licenciada en Filología Hispánica, Máster en Literatura Medieval y profesora de Harvard), en su libro “Imperiofobia y Leyenda Negra, relata muchas de las costumbres salvajes de los pueblos pre colombinos. Por ejemplo: «La cultura azteca era un totalitarismo sangriento fundado en los sacrificios humanos. Los aztecas pasaban buena parte del año cazando gentes en las tribus vecinas para sacrificarlos en festivales que duraban tres meses y en los que se mataban entre 20.000 y 30.000 personas cada año. Las tribus sometidas de la región vivían aterrorizadas esperando el día que acabara aquella monstruosidad. Y acabó, con la llegada de los españoles, pero no sin la colaboración imprescindible de muchas tribus. Cortés desembarcó con unos 500 hombres. Los investigadores no se ponen de acuerdo sobre cuántos habitantes tenía Tenochtitlán y las cifras van desde 80.000 a 250.000. En cualquier caso, en un barrio cualquiera de la gran ciudad azteca había gente suficiente para acabar con aquellos extranjeros. Cortés jamás hubiera podido rendir a los aztecas sin el apoyo imprescindible de otros pueblos indios como los tlaxcaltecas y los totonacas”.
Por su parte, Philip Wayne Powell (historiador especializado en la historia colonial española) insiste en que la mayor parte de la conquista fue un trabajo de alta diplomacia más que de guerra y que, “solo fue posible estableciendo alianzas con los indios».
Miguel Arenas, otro experto hispanista, explica que “los españoles que desembarcaron en el nuevo mundo eran apenas unos cientos, por lógica, resulta inconcebible que acabaran con cientos de millones de indígenas”
Carlos Rangel, el venezolano más brillante del siglo XX, en su libro “Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario” explica que el supuesto paraíso indígena de armonía, abundancia y paz era solo la continuación de viejos mitos de la España medieval que llegaron al nuevo mundo a través de los colonizadores. Pero en realidad, las culturas pre colombinas tenían poco desarrollo tecnológico, vivían en teocracias autoritarias y sus economías eran paupérrimas, ergo, toda la propaganda anti hispanista que el latinoamericano repite es solo reflejo del odio que tiene por España (su madre patria) conjuntamente con el rencor que guarda para con EE.UU. (su hermano exitoso).
Como siempre, detrás de todas las mentiras, falsos relatos y leyendas negras se encuentra la izquierda, en ocasiones como propagadora de los mismos y otras como oportunista para capturar relatos que sirvan a su causa. No resulta sorprendente que López Obrador cometa ese tipo de bravuconadas, después de todo solo está siguiendo el libreto iniciado por Hugo Chávez, Rafael Correa, Lula Da Silva y Evo Morales. Por eso, es necesario que todo los sofismas y mitos esparcidos por la izquierda sean desmentidos y confrontados con la realidad histórica.
Los latinoamericanos tenemos una enorme deuda con España (desde nuestro hermoso idioma hasta los tratados teológicos, políticos y económicos de la Escuela de Salamanca). En realidad, no tenemos nada que exigir, pero si mucho que agradecer.
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