Juan Cariaga, el economista de la prudencia
A comienzos de los años 50, todo nuestro continente empezó a transitar por la ruta del desarrollo ideada por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) y Raúl Prebisch (el economista de moda en esa década). La idea básica de los planes cepalistas era buscar el desarrollo y crecimiento de nuestros países no en base al mercado libre y la motivación individual, sino en base a un mercado dirigido. Fundamentalmente, un Estado empresario y productor de todo tipo de bienes. En Bolivia, esas ideas fueran puestas en práctica por el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) luego de la revolución de 1952.
Los efectos desastrosos de las medidas intervencionistas se sintieron rápidamente. Por ejemplo, el tipo de cambio pasó de Bs. 60 a Bs. 190, la inflación fue de 100,7% entre los años 1952 y 1957, la tasa del crecimiento del PIB fue de -2,24% y los créditos directos del Banco Central al sector minero (la vieja práctica de imprimir dinero para arreglar los déficits) pasaron de Bs. 2.217.971 en 1952 a Bs. 46.600.612 en 1955.
Si bien, Víctor Paz Estenssoro (la principal figura de la revolución del 52) tuvo mucha responsabilidad en el crecimiento del sector estatal, en la destrucción de la minería privada, en el debilitamiento del sector agrario en Cochabamba y en la crisis inflacionaria del periodo 1952 a 1956. El General Hugo Banzer Suarez fue otro de los personajes que también se equivocó, porque fue en su gestión (1971 a 1978) que el país inició el peligroso camino de la deuda externa -se llegó a cuadruplicar como lo pueden observar en el cuadro siguiente-.
Cuadro resumen de la deuda externa boliviana 1970 – 1979(En millones de dólares)
Año | Monto | Gobierno General | Empresas Publicas | Sector Financiero Estatal |
1970 | 522,2 | 326,5 | 173,3 | 22,4 |
1979 | 2034,3 | 1025,8 | 878,6 | 129,9 |
Fuente: Historia Monetaria de Bolivia del BCB
Era más que evidente, que los errores acumulados por décadas tenían que pasar factura algún momento -y es que como dijo el gran Ludwing Von Mises: «Un sistema de mercado dirigido no podrá tener una asignación racional de recursos, puesto que sin precios libres no se puede conocer el valor de las cosas»-.
Las facturas empezaron a llegar a mediados de la década de los 80. Para ese entonces Bolivia tenía una hiperinflación anual del 23.500% -donde los precios aumentaban a cada hora- y proyectándose a superar la hiperinflación del 100.000% anual de la República de Weimar en 1920 (la más alta del mundo en ese momento).
Justamente, bajo las adversidades es que uno conoce a los grandes políticos de la historia. Es verdad que en la década del 50 el Dr. Paz Estenssoro llevó a Bolivia por la ruta del desastre, pero por otra parte, es un hombre que a los 80 años mostró que era capaz de aprender de sus errores del pasado -cosa muy difícil en la vida política-. Por eso, y no mucho más tarde de ganar las elecciones de 1985, el veterano gobernante encargó a Gonzalo Sánchez de Lozada (primer senador por Cochabamba) conformar un equipo para estabilizar la economía boliviana.
Uno de los primeros convocados fue el economista Juan Cariaga (quien ahora goza de la gloria de Dios), que junto a Guillermo Bedregal, Fernando Romero y Fernando Prado diseñaron un plan de reformas estructurales, a ser aplicadas en sólo tres semanas.
En palabras del propio Juan Cariaga, el equipo no había usado ninguna teoría altamente sofisticada para lidiar con la hiperinflación, sino que aplicaron un concepto muy sencillo y de sentido común: si ganas un peso, gasta un peso. Pero si no ganas nada, no gastes nada. Y ese era el espíritu del Decreto Supremo 21060.
Guiándose por el viejo principio de la prudencia, ya no era necesario recurrir a los préstamos del Banco Central, por tanto, éste no tenía que activar la maquina impresora de billetes, ergo, la inflación se acabó.
Cariaga nunca temió lanzar ideas controversiales. Verbigracia, en varias ocasiones llamó al empresariado a romper su cordón umbilical con el gobierno y a olvidar viejas nostalgias como la guerra del pacifico. Por otro lado, Cariaga asesoró a varios gobiernos para garantizar la continuidad de las medidas -demostrando de esa manera, que los hombres con sabiduría siempre serán respetados-.
Cariaga vivió exiliado desde el 2006 -poco tiempo después de la llegada de Evo Morales al poder, quien además destrozó toda la institucionalidad que se había construido desde el 85- hasta enero 2020. Penosamente, su regreso al país no duró mucho, ya que la muerte lo encontró el pasado 19 de febrero -que ningún político boliviano en ejercicio haya expresado un homenaje por Cariaga demuestra lo poco que les importa la historia de Bolivia, además de su nula cultura-.
Nunca pude estrechar su mano, tampoco agradecerle por salvar al país (e indirectamente la niñez y adolescencia de mi generación) de la hecatombe económica y la miseria generalizada. Recomendar a mis estudiantes de pre y posgrado leer y analizar su obra Estabilización y desarrollo, será la forma de rendirle homenaje a uno de los más grandes economistas bolivianos.