La peligrosa nueva normalidad
Nos enfrentamos no a una, sino a dos peligrosas pandemias. La primera es un virus, que al infectar nuestro cuerpo, nos debilita, y en ocasiones nos mata. La segunda es el autoritarismo estatal -que muchos la llaman La nueva normalidad, aunque sea el mismo viejo socialismo- que se adueña de nuestra libertad, y siempre la mata con regulaciones irracionales, inflación e impuestos impagables.
Hábilmente, desde el inicio de la pandemia del COVID-19, la izquierda ha usado a sus tontos útiles para promocionar la idea de una Nueva normalidad –una extraña mezcla de ecologismo y misántropa-. Verbigracia, las redes sociales de profesores universitarios, periodistas y gente de la farándula se vieron inundadas de frases como #elvirussomosnosotros, #elmundonoseraelmismo o #lanuevanormalidad. Es más que obvio, que la gran mayoría de éstos desinformados y bien pensantes desconocen por completo lo peligroso de esas frases, pero las repiten igual -total, todo vale a la hora de sentirse cool-.
Los militantes socialistas son más que expertos comunicando y moralizando su agenda. Por ejemplo, hoy muchas naciones gozan, Los tigres asiáticos entre ellas, de una prosperidad jamás vista en la humanidad. Pero la izquierda ambientalista consiguió que gran parte de la opinión pública, bajo el pretexto de una «tragedia» ambiental, reniegue de los éxitos y adelantos tecnológicos, además que nos pusieron a buscar un «paraíso» ecológico primitivo -aunque los más grandes ecologistas jamás renuncian a las comodidades del primer mundo- .
Maurice Strong, quizás el ambientalista más influyente, argumenta que la implantación de la agenda ecologista requiere de unos políticos serviles, de «académicos» motivados y de comunicadores efectivos. Una vez conquistada la opinión pública, la creación de burocracias locales y la firma de acuerdos internacionales son los siguientes eslabones en la cadena ambientalista.
Pero ¿Cuáles han sido las consecuencias de haber seguido la agenda de los histéricos ambientalistas?
En las naciones más prosperas, los lobbies ecologistas han conseguido infiltrarse en el sistema judicial y político, tanto que han podido vulnerar derechos tan fundamentales como la propiedad privada -uno de los pilares de los EEUU- y conseguir fallos contrarios al sentido común (en el año 2009, la Corte suprema de justicia y la Agencia de protección medio ambiental declararon ilegal la respiración).
Y en los países menos desarrollados, el movimiento verde ha conseguido que esas naciones, a nombre de la sostenibilidad, cedan soberanía en parte de sus territorios a favor de la ONU -institución que en la actualidad es la mayor terrateniente del mundo- y se instalen programas de control de población, el aborto entre ellos.
Pero muchos de los que usan el hastang #elvirusomosnosotros, no están preparados para ésta discusión.
Por otro lado, hacer cuarentena –especialmente, mientras el sistema de salud se prepara y se establecen protocolos para reducir el contagio-, así como otorgar subsidios son asuntos necesarios, pero deben ser cuestiones temporales. Lo primordial es dejar funcionar la economía, por lo menos de manera parcial, lo más antes posible y eliminar impuestos a los empresarios. Penosamente, eso no va ocurrir en países con gobiernos izquierdistas.
Empezaran con el control de precios. Luego decretaran leyes laborales aún más liberticidas que las actuales. Y finalmente, usaran el brazo represor del Estado para perseguir a los comerciantes que cometan «delitos» como el agio y la especulación.
Si señores, la pandemia le dio una oportunidad de oro a los socialistas
Pero soy optimista, y creo que aún hay tiempo para alguna reacción. Lo primero es no permitir que nos encierren en cuarentenas irracionales y destruyan por completo la economía. Y lo segundo, es no caer en la trampa llamada Nueva normalidad, que no es nueva ni normal.
Adolfo
junio 5, 2020 @ 8:00 pm
Buen artículo. Es necesario ser precavidos y cuidarse de no ser infectado por ninguno de los dos virus. En mi trabajo, no conozco a nadie infectado del COVID-19, pero sí del otro.