La guerra del gas: un pretexto para desestabilizar Bolivia
El 21 de octubre del 2003, Bolivia cumplió 23 años de su retorno a la democracia. Paradójicamente, los festejó en medio de una violencia extrema y la ciudad de La Paz rodeada por «movimientos sociales». Situación que terminaría en la salida del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Pero ¿Qué había detrás de todo?
Pues la caída de Sánchez de Lozada era sólo parte de un plan ideado e impulsado por el Foro de Sao Paulo. Cofradía socialista que, desde su fundación en el año 90, se ocupó de generar desestabilización y, para desgracia nuestra, adueñarse de los gobiernos en toda la región. Y que en Bolivia impulsó las protestas callejeras como mecanismo para apropiarse de la nación.
Ahora bien, eso que se denominó como La guerra del gas es, en realidad, la culminación de un plan que empezó a inicios del siglo XXI. Veamos.
El año 2000 produjeron La guerra del agua y El bloqueo del altiplano contra el gobierno del Presidente Hugo Banzer. En octubre de 2001, Evo Morales organizó un cerco al mercado de la coca en Sacaba. Acción que tuvo en la muerte a machetazos de varios oficiales del orden (que se encontraban heridos al interior de una ambulancia) la máxima expresión del actuar criminal de los grupos cocaleros.
En enero de 2003, Evo Morales organizó bloqueos en la zona cocalera para paralizar el gobierno y perjudicar al pueblo, firmó acuerdos cuando fue derrotado y de inmediato volvió a conspirar. El intento de asesinato del Presidente en Febrero de 2003 permitió debilitar al gobierno mientras la conspiración crecía. Hasta que en septiembre empezaron nuevos hechos de violencia, que cobran fuerza con el secuestro masivo de más de 1.000 turistas nacionales y extranjeros producido en Sorata. Además, de la subsecuente emboscada armada a los turistas, a los policías y militares que los custodiaban de retorno a La Paz.
Nota aparte: en su libro La caída de goni, el fallecido dirigente campesino Felipe Quispe dice lo siguiente: «En la emboscada de campesinos en la población altiplánica de Warisata, en el departamento de La Paz, participaron personas armadas con instrucción guerrillera y tenía el objetivo principal de matar al entonces ministro de Defensa, Carlos Sánchez Berzaín, conocido como El zorro».
Otro personaje que determinó el curso de los acontecimientos fue el entonces vicepresidente Carlos Mesa. Quién, con un gran sentido de oportunidad, envió una carta de renuncia. Aunque nunca llegó a hacerse efectiva, fue la señal que esperaban los revoltosos para acabar con el gobierno de Sánchez de Lozada.
En una entrevista de octubre del 2018, Carlos Sánchez Berzaín relató lo siguiente: «La caída de Sánchez de Lozada era un tema que Mesa venía preparando. En enero del año 2003, Mesa me visita en mi casa y me propone llevar adelante un proyecto para separar a Goni del poder y que él (Carlos Mesa) se quede de Presidente y que yo me quede a cargo de todo el Gobierno»
El Gobierno de Carlos Mesa tuvo entre sus principales figuras a hombres fuertes del Movimiento al Socialismo, entre ellos a Donato Ayma (1941 – 2016) -tío y maestro de Evo Morales-, quien ocupó el cargo de ministro de educación, y a Justo Seoane Parapaino como ministro de asuntos indígenas.
Como vemos, Mesa y Morales fueron los únicos ganadores del derrocamiento del último gobierno democrático en Bolivia. El primero logró ser presidente (aunque sea por poco tiempo). Y el segundo, encontró el hueco que necesitaba para atornillarse en el poder.