Cuba: entre el mito del bloqueo y los sanguinarios Castro
El domingo 11 de Julio del 2021, al grito de «no tenemos miedo», «abajo el comunismo» y «libertad» miles de cubanos tomaron las calles de varias ciudades de la isla para reclamar por las pésimas condiciones económicas y de salud.
A través de las redes sociales, varios cubanos lograron eludir la censura del régimen, y comenzaron a transmitir lo que estaba ocurriendo. Se puede observar como un río de gente inundaba las calles de ciudades como Ciego de Ávila y San Antonio de los Baños.
La crisis humanitaria que viven los cubanos ya debería alertarnos de las consecuencias del comunismo. Pero la izquierda latinoamericana siempre recurre a acusar al «criminal» bloqueo económico como el causante de esas penurias.
Pero ¿Es verdad que el gobierno cubano es víctima de bloqueo económico?
No. Lo que vive Cuba no es un bloqueo económico, sino un embargo comercial. Una medida por lo demás justa, puesto que el gobierno estadounidense actuó en legitima defensa de las casi 400 empresas norteamericanas que fueron confiscadas por Ernesto Guevara y Fidel Castro.
Por otro lado, el mismo Castro calificó el embargo como una «bendición que convertiría a Cuba en el amo del mercado azucarero mundial». Cabe repetir también que el embargo impide el comercio entre Cuba y Estados Unidos, pero no con el resto del mundo. Luego, si tenemos en cuenta que los comunistas están en contra del libre comercio -peor si es con los gringos-, no deberían quejarse de esa medida. Pero la coherencia junto con la decencia son virtudes de las cuales carecen los socialistas.
Más aun, para finales de 1960, el régimen castrista ya había confiscado más de $25 000 millones en bienes privados de los propios ciudadanos cubanos. Datos que nos demuestran que los empresarios nativos fueron los principales perjudicados por la seguidilla de estatizaciones. Por ejemplo, Julio Lobo (el rey del azúcar) tuvo que abandonar el total de sus inversiones en la isla.
Pero los abusos no se detuvieron ahí. Ya que la Constitución fue modificada para crear el partido único y, de esa forma, aplastar de entrada cualquier pensamiento alternativo o disidente.
Para 1961 Fidel Castro expulsó de Cuba a la casi totalidad de los sacerdotes, clausuró la Universidad Católica y expropió los colegios religiosos. Política que continua hasta hoy contra cualquier denominación cristiana.
Por su parte, Ernesto Guevara, en su panfleto El socialismo y el hombre en Cuba, propondría el camino para la construcción del hombre nuevo socialista. ¿Y en qué consistía ese camino? Pues en la mezcla de adoctrinamiento masivo por un lado y terror represivo por el otro (el líder estudiantil Pedro Luis Boitel fue una de las primeras víctimas de tan infame política).
Por eso, no debería extrañarnos que, en pleno 2021 y a 61 años del triunfo de la revolución, Miguel Diaz Canel continúe con el legado de represiones, amenazas y violencia contra su propio pueblo.
Primero acudió a San Antonio de los Baños donde acusó a «gente mercenaria pagada por el Gobierno de Estados Unidos» de organizar las protestas (el típico hombre de paja para justificar el ejercicio de la violencia contra los disidentes). Más tarde habló en directo por la cadena de televisión estatal, en la que instó a sus partidarios a salir a las calles listos para el «combate», como respuesta a las protestas contra su régimen.
Como vemos, el comportamiento de los socialistas no es muy diferente a la de cualquier pandilla delincuencial, donde el terror y el matonaje son pan de cada día. Por el bien de la humanidad esperemos que el pueblo cubano pueda librarse de estos criminales #SOSCUBA.