Pongueaje plurinacional boliviano
Contrario a la creencia popular, no todos los cambios son positivos. Ya que muchas veces fueron el pretexto perfecto para embaucar a poblaciones enteras, e instaurar tiranías. Y no es que los conservadores nos opongamos a los cambios per se, sino que los evaluamos por sus medios y objetivos.
Puesto que cuando personajes como Evo Morales, Hugo Chávez o Rafael Correa propusieron cambiar a sus países, y convertirlos en lugares donde se acabarían las desigualdades económicas, en realidad, nos estaban ofreciendo una utopía imposible de alcanzar, con el agravante que al final dejaron naciones destruidas.
La historia reciente de Bolivia así lo demuestra. Pues una nación ―aunque con las dificultades propias de los países de la región― cerraba los años 90 del siglo pasado con una perspectiva prometedora de desarrollo económico, cayó secuestrada en las garras del Socialismo del siglo 21. Perdiendo de esa manera la institucionalidad democrática, la independencia de poderes, la garantía sobre la propiedad privada y la posibilidad de realizar elecciones transparentes.
En días pasados, Rosario Baptista renunció a su cargo de vocal en el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia, mediante una carta al vicepresidente del Estado, David Choquehuanca. Parte de la misiva de Baptista expresa lo siguiente: «Es imposible ejercer mis funciones en un Órgano Electoral que no es independiente ni imparcial. No estoy dispuesta a ser cómplice de todo este sistema, ni a legitimarlo».
Las declaraciones de la exvocal son una prueba clara que en Bolivia se instauró una dictadura electoralista. Algo tipo: ya tenemos al ganador, sólo falta la fecha de las elecciones.
Ahora mismo, Arce Catacora busca avanzar en su agenda socialista mediante la imposición de una batería de leyes, entre ellas, la Ley N° 1386 de Estrategia Nacional de Lucha contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas y Financiamiento al Terrorismo, coloquialmente conocida como la «ley madre», que fue aprobada el pasado agosto.
La ciudadanía entendió bastante bien que los verdaderos objetivos de esa ley ―no los declarados por los funcionarios del gobierno― son nefastos para el futuro del país. Por eso, y como ya sucedió en octubre pasado, se volcaron a las calles a protestar.
Como era de esperarse, el gobierno utilizó toda su artillería represiva, incluidos grupos de choque conformados por civiles encapuchados. Teniendo en cuenta que, al menos en Santa Cruz de la Sierra, estas bandas se movían en vehículos incautados al narcotráfico, podríamos estar frente a grupos de matones promovidos y pagados por el gobierno al mejor estilo del castrochavismo.
Empero la actuación abusiva de la policía y la presencia de los colectivos tuvieron el efecto contrario, porque sólo lograron que más sectores se sumen a las protestas, incluidos aquellos con afinidades al gobierno.
Los últimos conflictos en Bolivia muestran que el Movimiento Al Socialismo está debilitado, y que su militancia se redujo a los burócratas. Por eso, Luis Arce Catacora y David Choquehuanca, en el ampliado departamental de las 20 provincias de la Federación Departamental Única de Trabajadores Campesinos de La Paz Túpac Katari, hicieron un llamado a los indígenas para «defender» su gobierno. Las palabras textuales de Choquehuanca fueron: «Tenemos que levantarnos en todo el país. Se van a levantar en Oruro para defender nuestra democracia, defender nuestros recursos naturales, para defender a nuestro gobierno que fue democráticamente elegido».
Adicionalmente, dos días después del primer pedido de ayuda a los indígenas, en una concentración de su partido en la provincia Llallagua del departamento de Potosí, Arce Catacora manifestó lo siguiente: «Podemos contar con todo nuestro ejército de ayllus guerreros, podemos contar con nuestro ejército de mineros para defender la democracia. El único requisito es la unidad, algo que considero hará que los opositores tiemblen y tengan miedo».
Incluso, el sábado 13 de noviembre, cuando un derrotado Arce Catacora anunció la abrogación de la Ley 1386, las amenazas de mayores confrontaciones ocuparon la mayor parte de la conferencia de prensa. Hecho que causó mucha indignación de los sectores movilizados, que anunciaron seguir con las protestas hasta que se deroguen todo el paquete de leyes socialistas.
Para los bolivianos los indígenas son nuestros hermanos, ya que son parte de nuestra riqueza cultural. Sin embargo, algo muy distinto es el indigenismo salido de las entrañas del Foro de Sao Paulo, que es la estrategia que usó el Movimiento Al Socialismo para dividir la sociedad boliviana. Además, de convertir a los indígenas en pongos y peones de combate, incluso contra otros indígenas contrarios al gobierno. Los masistas no ven a los pueblos originarios como seres humanos, sino como simples fichas descartables.
Con todo, es evidente que Bolivia se juega su libertad, porque este podría ser el último chance de no convertirnos en otra Cuba.
¡Nadie se cansa! ¡Nadie se rinde!