Cuba: Patria y vida
El pasado lunes 15 de noviembre del 2021, las principales ciudades de Cuba ―con el objetivo de evitar protestas como las que acontecieron el 11 de Julio ― amanecieron totalmente militarizadas.
A nivel internacional, los políticos de izquierda salieron a defender los supuestos grandes logros en educación y salud de la Revolución Cubana. Asimismo, no podían faltar las viejas arengas contra el «bloqueo» y los insultos a los miles de cubanos que piden libertad. Y es que los socialistas no están dispuestos a dejar morir el mito que gira alrededor de Fidel Castro. Ya que las dictaduras de la región necesitan esos relatos fantasiosos para sostenerse, aunque eso cueste la vida, la propiedad y la libertad de millones de personas.
Primero, no es cierto que Fidel Castro y el Che Guevara hayan sido grandes estrategas militares, cuyas maravillosas habilidades de combate lograron derrotar a los 40 mil hombres de Fulgencio Batista. De hecho, las tropas ni siquiera ofrecieron resistencia, y dejaron que los revolucionarios avancen hacia La Habana, incluso jefes policiales se pusieron del lado de los barbudos, verbigracia, el coronel Bonifacio Haza.
Segundo, que la Revolución haya otorgado educación a los cubanos no es más que una vil mentira. En su trabajo, La educación en Cuba, otra canallesca mentira del socialismo, el escritor cubano José Luis Fernández nos relata que, al momento de la Revolución de Castro, Cuba tenía 6 millones de habitantes, pero contaba con 10 universidades, una cantidad muy elevada, en términos relativos, para la época. Además, se diseminaban por la isla más de un millar de escuelas públicas primarias y secundarias.
Tercero, antes de 1959, Cuba ya figuraba entre los países con mejores niveles de servicios en salud. Por ejemplo, la tasa de mortalidad infantil era de 32,5 por cada 1000 nacidos vivos, promedio que puede contrastarse con los 70,6 por cada 1000 en Brasil (década del 80), los 53 por cada 1000 en México, 35,3 por cada 1000 en Argentina. Incluso, algunos retrocesos pueden ser advertidos a partir de la revolución castrista, ya que ni bien instalada la dictadura socialista, en la isla había un médico por cada 1.020 habitantes. Empero en 1979, tras 17 años de comunismo, la cantidad había bajado a un médico por cada 1.121 habitantes.
Cuarto, Cuba no tiene un bloqueo económico, sino un embargo comercial. Una medida por lo demás justa, puesto que el Gobierno estadounidense actuó en legítima defensa de las casi 400 empresas norteamericanas que fueron confiscadas por Ernesto Guevara y Fidel Castro. Cabe aclarar también que el embargo impide el comercio entre Cuba y Estados Unidos, pero no con el resto del mundo. Luego, si tenemos en cuenta que los comunistas están en contra del libre comercio —peor si es con los gringos—, no deberían quejarse de esa medida. Sin embargo, la coherencia es una virtud desconocida para los socialistas.
Entonces, la pobreza y la miseria de los cubanos no es culpa de un inexistente bloqueo, sino de más de seis décadas de saqueo socialista. Un saqueo que fue liderado por Castro, y que hoy usa toda su estructura represiva para intentar sostenerse en el poder. Pero eso debería alentarnos, porque el uso del terror y la fuerza no son una muestra de vitalidad de las dictaduras, al contrario, son pruebas claras de desesperación.
Cuba es nuestra llave a la libertad. Porque de caer la dictadura castrista, podría desmoronarse la estructura criminal que sostienen los regímenes de Venezuela, Argentina, Nicaragua, México y de nuestra amada Bolivia. Por eso, resulta extraño que hasta ahora los «opositores» bolivianos no se hayan pronunciado respecto a la situación del pueblo cubano.
El momento es ahora, tumbemos el muro castrista. Apoyemos para que los cubanos vean la luz de la libertad. Hagamos posible que llegue a buen puerto la lucha que comenzó ese bendito 11 de julio. La batalla del pueblo cubano es la batalla de todos los que amamos la libertad. Su libertad es el comienzo de lo mejor para nuestros países. ¡Abajo la dictadura! ¡Nadie se cansa! ¡Nadie se rinde! ¡Patria y vida!