El presidente mitómano y el matón cocalero
La dictadura boliviana aprovechó que la ciudadanía está distraída en las fiestas navideñas para poner otro parche a su agonizante modelo. El 2 de diciembre el Banco Central de Bolivia ordenó reducir el encaje legal en moneda nacional de 3,5% a 3% para Depósitos a Plazo Fijo y de 9% a 4% para divisa extranjera (dólares), con el objetivo de elevar la liquidez del sistema bancario.
Se lo traduzco al sencillo, el régimen está obligando al sistema financiero a poner más dinero en circulación. Algo que ya se hizo el 2013 con los créditos de Vivienda Social. Es decir, Arce Catacora y su equipo económico no están interesados en promover un verdadero desarrollo en Bolivia, sino en usar los recursos de terceros para generar auges ficticios. Nunca tuvimos un «milagro» económico, sino una burbuja de enormes dimensiones, que hace rato se pinchó, y que se intenta volver a inflar.
También es importante saber que el 87% de las cuentas de depósito en el sistema financiero son menores a 500 dólares. En realidad, sólo el 10% de las cuentas de depósito son mayores a los 5 mil dólares. En síntesis, el boliviano o no confía en el sistema financiero, o no tiene capacidad de ahorrar.
Por otro lado, el precio elevado del petróleo, a diferencia del pasado, no es algo que Arce Catacora tenga a su favor. Pues la capacidad de producción de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) es cada vez menor, por ende, la necesidad de importar combustibles es cada vez mayor.
Para tratar de tapar ese hueco, Arce Catacora pretende compensar la caída de ingresos por medio del incremento de la deuda pública. De hecho, eso es lo que abiertamente se propone con la promulgación de la ley del Presupuesto General del Estado (PGE) 2023, que se discutió desde hace un par de semanas atrás y que acaba de ser aprobada.
En resumen, las proyecciones económicas para el 2023 no lucen, por decirlo de forma amable, nada halagüeñas.
Sin embargo, a pesar de la dramática situación de Bolivia, el 23 de diciembre, durante un acto en la Planta Palmasola de YPFB Santa Cruz, el presidente Arce Catacora aseguró que la economía de Bolivia es «la segunda mejor del mundo» y «la envidia de muchos países». Una muestra más de sus grandes rasgos de mitomanía.
Los datos económicos no fueron solamente criticados por opositores y ciudadanos de a pie, sino por el propio Evo Morales.
El cocalero, que ahora juega a periodista y analista político en su radio personal, el lunes 26 de diciembre expresó lo siguiente: «Los comerciantes dicen: “no hemos vendido como antes”. El boliviano ha pasado Navidad de tristeza, porque no hay movimiento económico».
Pero estos arranques verbales de Morales no son producto de una toma de conciencia sobre los problemas de la economía boliviana, sino que responden a una estrategia desestabilizadora.
Evo Morales, cual típico caudillo, no acepta haber perdido el gobierno del país y el control del Movimiento Al Socialismo. Por eso no va a dudar un segundo en incendiar el país desde el Chapare. Incluso su exministro, Juan Ramon Quintana, ya habló de estar en la trinchera para defender al cocalero.
Si consideramos que Quintana es el autor intelectual de las matanzas en Pando el 2008 y el estratega detrás de los ataques terroristas contra La Paz, Cochabamba y Santa Cruz entre octubre y noviembre 2019, sus advertencias deberían, por lo menos, llamar la atención.
¡Pobre Bolivia!