No, gracias, no necesito que me cuiden
En Bolivia escasean los dólares, tambalea el tipo de cambio, además, el público, segundo que pasa, pierde confianza en el sistema financiero, pero las payasadas abundan, de aburrimiento no nos vamos a morir.
En la última puesta en escena, Marcelo Montenegro, ministro de economía, describió la gestión económica del presidente, Luis Arce Catacora, como un oasis con estabilidad de precios y gran crecimiento económico. Empero, ahí no acaba la comedia, sino que Montenegro llegó a decir: «Ese es el Gobierno que, como una mamá, cubre a sus pollitos para que no reciban el impacto de los choques». Las declaraciones del titular de economía, aunque cómicas, encierran un tufillo dictatorial, eso que Friedrich Hayek bautizó como: La fatal arrogancia.
En primer lugar, la economía no se mueve por caprichos ni decretos del gobierno, sino por la información que se transmite mediante los precios. Por ejemplo, Si hay diez casas en oferta y treinta demandantes, el precio se ubicará a un nivel tal que permita vender las diez casas, esto significa que a ese precio no hay sobrantes ni faltantes. Es cierto que esas viviendas tendrán un costo elevado, pero he ahí la madre del cordero, pues los empresarios verán una oportunidad de ganancia en el mercado inmobiliario. Ese sistema tiene dos grandes logros: 1) asignar de manera eficiente los siempre escasos factores productivos, haciendo que las sociedades sean más prósperas, y 2) permite que los hombres vivan en libertad.
Por eso es tan peligroso el mensaje del ministro, pues está afirmando, de manera disimulada, que nosotros no somos capaces de manejar nuestras vidas. Nos está diciendo que, a cambio de nuestra libertad, la dictadura se hará cargo de nuestro presente y futuro.
Pero dejando de lado la teoría económica, en el plano práctico el Estado Plurinacional de Bolivia es el típico ejemplo de un fracaso económico. Veamos.
Bolivia, producto de las «endemoniadas» reformas neoliberales de los 90, llegó a recibir más de $us 50 mil millones por la venta de gas. Sin embargo, ese auge se terminó el 2014. Lo ideal hubiera sido recortar el gasto público y empezar a ahorrar. No obstante, los ingresos gasíferos fueron reemplazados por deuda y un despilfarro atroz de reservas.
¡Que no pare la joda! Fue la política del gobierno desde el 2014. Obviamente, los déficits fiscales aparecieron, y ya llevamos diez años consecutivos de los mismos a un ritmo de 8% del PIB. Nuestra deuda se multiplicó 14 veces desde el 2007, cuando llegaba a algo más de $2 mil millones (17% del PIB), hasta llegar a más de $32 mil millones hoy (más del 80% del PIB). Por su parte, nuestras RIN, que llegaron a situarse en $us 15 mil millones el 2014, han caído estrepitosamente hasta llegar a menos de $us 4 mil millones hoy. También hay que remarcar un agravante, el Banco Central no publica información desde febrero, estamos navegando a ciegas.
En el departamento de Santa Cruz, el más productivo del país, el sector agrario empezó una serie de protestas por la falta de abastecimiento de Diesel. Además, en uno de los pocos atisbos de honestidad, Arce Catacora admitió que el país perdió su potencial energético. Sus palabras fueron:
La solución estructural al tema de los hidrocarburos nos va a llevar algo más de tiempo, porque los pozos se han cansado, ya no tienen la misma cantidad de gas y hay que hacer más exploración, hay que hacer más inversiones para poder reactivar otro sector que es importante.
¿Ustedes le confiarían su futuro a un gobierno que destrozó la economía, desmanteló la institucionalidad democrática, y convirtió a Bolivia en un Estado fallido?
Yo no. No, gracias, no necesito que me cuiden.