Bolivia sin ATPDEA: de la integración comercial al club de las dictaduras
«Tenemos algunos problemas, el tema de ATPDEA con Estados Unidos, por encima de algunas reivindicaciones sectoriales, regionales o de comercio está nuestra dignidad, y ya hemos empezado a dignificarnos», fueron las palabras que expresó Evo Morales el año 2009, concretamente el 06 de enero, cuando el gobierno de Estados Unidos decidió suspender el ATPDEA con Bolivia, que, entre otras cosas, permitió que se crearan más de 5000 empleos entre Cochabamba, La Paz y El Alto.
Vanos fueron los intentos y protestas del sector empresarial para pedir que Morales renegocie el acuerdo con la administración estadounidense, pues la postura del cocalero no respondía a los intereses del país, mucho menos a una supuesta «lucha por la dignidad de la patria», sino, simplemente, a quitarse a la DEA de encima y, de esa manera, seguir llenando de cocaína Europa y Asía, destinos finales de la merca boliviana.
Empero, los cárteles del narcotráfico no fueron los únicos que se frotaron las manos con el cierre del ATPDEA y la expulsión de la DEA de Bolivia, puesto que las dictaduras antioccidentales de China, Irán, Rusia y, la siempre peligrosa, Cuba tenían carta blanca para convertir al país en su patio trasero y centro de operaciones.
De hecho, Evo Morales firmó acuerdos con la teocracia Iraní para montar un canal de televisión en Bolivia y, mucho más importante y peligroso, establecer una escuela de formación militar en los espacios de la que alguna vez fue la unidad antiguerrillera más importante del ejército boliviano: Los Rangers.
En la gestión actual, luego del viaje a Cuba de Luis Arce Catacora, dictador en ejercicio, y Evo Morales, dictador en jefe, suceden dos cosas: 1) el gobierno boliviano le entrega el litio a Rusia y a China, 2) el ministro de Defensa visita Irán y firma el acuerdo militar y confirma, abiertamente, que Bolivia es una plataforma de la expansión militar iraní.
Es evidente que la política exterior boliviana está subordinada a los mandatos de la tiranía de Cuba, ya que las posturas a favor de las dictaduras antioccidentales no tienen nada que ver con la tradición diplomática nacional. Mucho peor resulta el intento de establecer relaciones cercanas con Irán, una nación con la cual no tenemos ningún elemento cultural común. Al respecto, Carlos Sánchez Berzaín, jurista y politólogo boliviano, en entrevista con INFOBAE afirma lo siguiente:
Romper relaciones diplomáticas con Israel es la subordinación del régimen boliviano a la dictadura cubana, la usan como punta de lanza. Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua son narcoestados, viven del tráfico de droga, y han utilizado a Bolivia en las Naciones Unidas para que Evo Morales vaya y pida la legalización de la droga. Lo han utilizado a Evo Morales para poner la postura más rígida y dura en lo que es el discurso antiimperialista. Y han utilizado a Bolivia en su momento para brindarle a Rusia una plataforma y permitirle la instalación de una construcción de energía nuclear en la zona del Alto La Paz. Y ahora la están utilizando abiertamente para abrir a Irán y para mostrar su posición antiisraelí. Bolivia está documentando ciudadanos iraníes como si fueran bolivianos, dándoles pasaportes para lavar a supuestos terroristas o terroristas como ciudadanos comunes que puedan circular por el mundo con pasaporte bolivianos. Y la Cancillería argentina ha sido advertida de eso.
Por otra parte, romper acuerdos comerciales para unirnos al club de los regímenes autoritarios tuvo varias consecuencias a nivel empresarial, ya que desde, por lo menos, hace quince años el sector exportador, con excepción de Santa Cruz, se encuentra estancado, como bien lo reflejan los datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, pero, en especial, las casi inexistentes reservas internacionales.
El Instituto de Competitividad de ADEN realiza desde el año 2010, el Ranking de Competitividad y el Índice de Capital Humano sobre 18 países de América Latina, que totalizan el 99% del PIB regional. En su edición 2022, Chile y Costa Rica destacan como los países más competitivos de la región. En cambio, Bolivia y Venezuela se disputan, además de manera muy dura, por quien ocupa el peor lugar.
¡Pobre país!