Bolivia, entre la falsa esperanza del FMI y la pesadilla plurinacional
La situación de Bolivia es crítica. La insolvencia de dólares en el sistema financiero dificulta la importación de combustibles, medicinas y alimentos. La mayoría de los hogares pasa por serias adversidades para llegar a fin de mes. Ante este escenario apocalíptico, algunos opositores y economistas del mainstrean hablan de la necesidad urgente de conseguir dólares mediante un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), propuesta con la que estoy en completo desacuerdo.
La primera pregunta que habría que hacerse es: ¿la escasez de dólares es la causa central de los problemas o es, simplemente, un síntoma de algo más grave?
Para responder la interrogante es necesario aclarar algo: El modelo económico del Movimiento Al Socialismo no fracasó, puesto que sus objetivos siempre fueron que la población boliviana sea pobre y dependiente de las migajas del poder estatal. Tampoco se encuentra agotado, porque la historia de las últimas siete décadas en Cuba y las tres de Venezuela nos demuestran que siempre se puede cavar más hondo. Ergo, la raíz del problema se encuentra en el Estado Plurinacional, un proyecto de sometimiento y dominación nacido en la franquicia delictiva del Foro de Sao Paulo.
Entonces, solucionar la escasez de dólares acudiendo al FMI es confundir el termómetro con la fiebre, pero con un agravante adicional: Se le está dando un enorme tubo de oxígeno al sistema dictatorial. Al respecto, mi maestro, Alberto Benegas Lynch, en su artículo: El Fondo Monetario Internacional, afirma:
El FMI sirve para financiar a gobernantes ineptos que cuando están por renunciar o, empujados por la realidad, a revertir sus fracasadas políticas estatistas reciben cuantiosos recursos a bajas tasas de interés con períodos de gracia al efecto de continuar con aparatos estatales sobredimensionados a los que generalmente aconsejan incrementar aún más las cargas impositivas y otras medidas al efecto de equilibrar sus presupuestos, pero no reducir el tamaño del Leviatán.
Durante su dictadura de 32 años en el Congo Belga, Mobutu Sese Seko recibió grandes cantidades de dinero de las potencias occidentales y del propio FMI. El resultado fue la eliminación de todo rastro republicano y el alejamiento de los preceptos constitucionales. El poder de Mobuto fue absoluto, él mismo se encargó de elevar su imagen a niveles cuasi religiosos. Todas, absolutamente, todas, las oficinas estatales y privadas tenían una imagen suya.
En un país con grandes recursos naturales como: petróleo, uranio, carbón, minas de diamantes, estaño, oro, plomo y zinc, además, de la reserva más grande de cobalto, la población era una de las más pobres del mundo, cuarto lugar, concretamente.
Pero no es necesario viajar a África ni retroceder tanto en el tiempo, le recuerdo las palabras de júbilo del FMI ante la victoria de Luis Arce Catacora el año 2020:
Fue el ministro que condujo a la economía boliviana por un periodo de gran crecimiento, de gran fortaleza de las finanzas públicas, de gran creación, el arquitecto, artífice y creador de márgenes de reserva para esa economía que le facilitaron el convivir con períodos no tan buenos.
Como es sabido, el FMI se financia coactivamente con el fruto del trabajo ajeno aportado por los distintos países miembros. Es por eso, que autores como Anna Schwartz, Ronald Vauvel y Raymond Mickesell consideran que es tiempo de terminar con la institución, ya que ha servido para que los pobres de los países ricos, mediante impuestos, financien a los ricos y dictadores de los países pobres.
¿Y los dólares?
Los dólares van a aparecer justo en el momento en que Bolivia pueda ofrecer algo vital al mundo: confianza. Empero, la primera etapa arranca desmontando el Estado Plurinacional para recuperar los marcos republicanos y las libertades individuales para emprender, ahorrar e invertir.