Como en Siquem, el gobierno de la Zarza Espinosa
La Biblia es una fuente infinita de sabiduría, y no exclusivamente en asuntos religiosos, sino que abarca todas las esferas de la vida humana. Por ejemplo, el capítulo 9 del libro de Jueces arranca contando la historia de Abimelec, caudillo que se puso en rebeldía contra el gobierno de los jueces. Alegó que ser gobernado por uno solo era mejor que un cuerpo de hombres sabios. Ese es el típico mesianismo personalista muy común en todos los dictadores y tiranos del mundo. Luego, Abimelec buscó apoyo con el discurso étnico: «yo soy de vuestra carne». Finalmente, usó el dinero del templo para conspirar contra el orden establecido, obviamente, no podía faltar la participación del lumpen social (hombres sin escrúpulos y vagos).
El capítulo termina con la parábola de la Zarza Espinosa: una gran lección de Ciencia Política que explica las consecuencias de que los mejores hombres de la sociedad se desentiendan de la política.
Justamente, eso es lo que está sucediendo en mi natal Bolivia, pues el común de la ciudadanía se encuentra preocupada por un eventual triunfo de la dupla: Rodrigo Paz y Edman Lara. Especialmente, porque Lara ha demostrado ser una persona con poca madurez emocional, nulo control de la ira y nada de cultura. Acá vale una pregunta: ¿cómo es posible que alguien con esas características esté a un paso de ocupar el segundo cargo más importante del país?
La respuesta es muy simple: es culpa suya. Sí. Es culpa suya. Sucede que en Bolivia se ha vuelto casi una regla que las familias le impidan a los hijos hablar de política o, incluso, hasta informarse. Es muy común que a los chicos se les diga cosas como: «en mi casa no se discute de política»; «no te metas en esos temas, son sucios», y la peor de todas: «yo no vivo de la política».
Es cierto, muchos, la gran mayoría, no vivimos de la política; sin embargo, la política tiene el poder de vivir de nosotros. De ahí, la urgente necesidad de comprenderla, estudiarla, conocerla y discutirla dentro del hogar.
En 1922, Willam Fielding Ogburn, sociólogo norteamericano, explicó que toda crisis política tiene su origen un campo anterior, en la familia.
La familia tiene funciones económicas, religiosas, educativas, protectoras y políticas. La familia es la trasmisora de tradición por excelencia, ya que es ahí donde nuestros instintos son domesticados por medio de la cultura. De ahí que Hayek siempre llamó a la cultura como ese espacio que se encuentra entre lo instintivo y lo racional. Es en el seno familiar donde se aprende valiosas lecciones de vida, incluso de derecho, pues a todos nosotros fueron nuestras madres quienes nos enseñaron a no tocar bienes ajenos. Es gracias a la familia que la sociedad mejora y prospera. Es en ella donde se forman los ciudadanos y los valores que harán posible dicho progreso.
Cuando la familia se desentiende de sus funciones educativas, como sucede ahora, los ciudadanos se ven huérfanos. Ergo, ese espacio será ocupado por los burócratas y maestros. La educación muere sacrificada en el altar del adoctrinamiento.
En síntesis: la calidad del gobernante se construye en el seno de la familia. Es ahí, donde los hijos deben aprender que hacer las tareas de gobierno es un servicio y una misión enfocada al logro del bien común, e incluso, para quienes somos hombres de fe, un camino de apostolado y santidad. ¿Queremos mejores gobiernos? Pues tengamos familias más unidas y despiertas.