No es discurso de odio; es el discurso que ellos odian
El pasado 10 de septiembre, Charlie Kirk, activista conservador y pro Trump, fue asesinado mientras impartía una conferencia en la Universidad del Valle de Utah. Nacido el 14 de octubre de 1993 en Arlington Heights, Illinois, Kirk era reconocido por su activismo en favor de los valores conservadores, el libre mercado y el gobierno limitado. Su capacidad de debatir y contraargumentar lo posicionaron como una de las figuras más prominentes de la derecha norteamericana, especialmente, entre los más jóvenes.
En febrero 2025, Charlie Kirk cerró un acuerdo con Trinity Broadcasting Network para conducir un programa de entrevistas. Sin embargo, su talento no se limitaba a la retórica y la oratoria, sino que exploró el hermoso campo de la escritura. Su producción intelectual incluía los títulos Campus Battlefield, The MAGA Doctrine y The College Scam: How America’s Universities Are Bankrupting and Brainwashing Away the Future of America’s Youth, libros que han contado con amplia difusión dentro del ámbito conservador.
Al correr la noticia de su asesinato, los panegiristas de la izquierda empezaron a llenar sus redes sociales con mensajes que festejaban el cruel final que sufrió Kirk. Su argumento central se puede resumir en: «Kirk promovía un discurso de odio; era un nazi».
Pero, ¿es cierto que Charlie Kirk era una versión actualizada de Hitler o Mussolini?
Nada más alejado de la verdad, veamos:
Kirk estaba en contra de la migración descontrolada e ilegal. Cosa con la que cualquier persona medianamente informada coincide, puesto que los enemigos de Estados Unidos, que incluyen a todas las dictaduras del Socialismo del Siglo XXI, usan la migración como un arma de ataque contra la institucionalidad estadounidense. De hecho, mi natal Bolivia, en coordinación con la teocracia iraní y el gobierno paradictatorial de México, es uno de los países que se ha convertido en un comodín de la guerra asimétrica, como en su momento lo denunció Patricia Bullrich, ministra de seguridad de Argentina.
Sobre la Teoría crítica de la raza, Kirk la describió como lo que es: «un montón de mentiras para justificar el racismo contra los blancos». Siempre propuso que sus sofismas deben ser combatidos en el plano de lo intelectual y lo argumentativo. Siguiendo la línea del gran Thomas Sowell, Charlie Kirk, constantemente, instó a los negros a no dejarse utilizar como mascotas de los progresistas, que, por lo general, son niños blancos y ricos que militan en la izquierda.
Charlie Kirk, como cualquier hombre de bien, estaba en contra del aborto. En su cuenta de Instagram, aseguró que el aborto es peor que el Holocausto, porque, bajo el eufemismo de negarles su condición de humanos, se masacran más de un millón de bebés al año. Además, como lo explica Mariana Kappelmayer, psicóloga que se dedica al acompañamiento post aborto:
El aborto es siempre una experiencia traumática que implica la muerte intencional de otro; en este caso un hijo, y transgrede las pautas naturales de funcionamiento humano. Lo que viene después del aborto es un trauma, porque para poder terminar con la vida de un hijo, primero hay que deshumanizarlo, cosificarlo, reduciéndolo a un montoncito de células.
En esa línea, es que Kirk siempre consideró que el aborto es un crimen con más de una víctima.
Asimismo, Kirk afirmaba que el matrimonio, la familia y los hijos son lo mejor que le puede pasar a hombres y mujeres. Para Kirk, el matrimonio y la familia proporcionan un sentido de dependencia, el sentido de amar y ser amado, de ser absolutamente esencial para la vida y la felicidad de los demás. Esto da una perspectiva diferente para afrontar los problemas que uno encuentra, porque hay personas que dependen de ti, que cuentan contigo o se preocupan de ti.
En conclusión, las ideas de Kirk estaban a favor de la vida, la familia, la verdad y la seguridad de su nación, muchos agnósticos y ateos pueden estar en contra de su posición religiosa, pero llamarle discurso de odio a sus posturas es otra de las estratagemas de la izquierda para justificar la violencia contra quien piensa distinto: no es un discurso de odio; es el discurso que ellos odian.