Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario
OPINIÓN | 19 Ene 2018
La llegada de los españoles a América Latina, es uno de los hechos históricos sobre el cual giran las peores historias: “Los españoles exterminaron culturas milenarias”, “los indígenas vivían en paz y armonía hasta la llegada de la cruz y la espada” o “la gran sabiduría de los pueblos ancestrales fue barrida del mapa por los bárbaros ibéricos”.
El pensador venezolano Carlos Rangel, en su brillante libro “Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario –Mitos y Realidades de América Latina” echa por los suelos muchos de esos mitos. Rangel demuestra que la idea de unos pueblos indígenas puros y carentes de maldad, es solo una adaptación criolla de cuentos españoles. También explica que es una falsedad que la colonización haya sido el inicio de una curva descendente en el desarrollo de las culturas precolombinas. Lo cierto es que ni siquiera las civilizaciones Inca y Azteca tuvieron ni remotamente la importancia que les atribuye y es un despropósito intentar convencernos a los latinoamericanos que somos descendientes de aquellos indios.
Según Rangel somos tan españoles, que incluso heredamos algunos complejos de nuestros padres europeos como el desprecio por el trabajo manual, la desconfianza al libre mercado y la tendencia a buscar títulos universitarios.
La mayor fortaleza de Rangel es el análisis político, que va más allá del apoyo a determinados partidos o sectores y se centra en las causas institucionales del atraso, la pobreza y el subdesarrollo en nuestras tierras. Rangel observó agudamente que el campesinado todavía tiene comportamiento esclavista, el empresario es solo un buscador de subsidios y mercados cautivos y que las universidades estatales son solo fábricas de burócratas en masa (las privadas también).
El caudillismo es el sustituto latinoamericano de la política seria. Poner la esperanza en el primer demagogo que habla bonito, es el comportamiento típico de nuestros países. Porfirio Díaz, Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales son algunos ejemplos de caudillos que hechizaron a sus naciones con la palabra “cambio”. Rangel nos dejó una aguda advertencia sobre ese tipo de comportamiento, y nos recordó que los gobiernos limitados, los mercados libres y la propiedad privada son los principios universales que hacen prósperas a las naciones.
A treinta años de su muerte, su amada Venezuela se encuentra cautiva en las garras del socialismo. La otrora nación de inmigrantes y buscadores de sueños, es hoy, la mayor exportadora de recursos humanos calificados. Hoy más que nunca, hacen falta su pluma y agudeza intelectual.
/*HUGO BALDERRAMA ES ECONOMISTA MASTER EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Y PHD. EN ECONOMÍA/
Fuente: VISOR BOLIVIA