Bolivia, la esperanza que la región necesita
Hoy, 10 de noviembre 2019, Bolivia vivió una de las jornadas más intensas de los últimos trece años. En realidad, la convulsión social lleva 18 días, pero la semana que culmina fue crucial. Desde el amotinamiento policial, los ataques a los buses de los mineros de Potosí, los combates de los ciudadanos cochabambinos contra los partidarios del gobierno, las violaciones a estudiantes por parte de mercenarios masistas, la confirmación del fraude electoral por parte de la OEA, hasta la renuncia de Evo Morales al poder. Definitivamente, mi patria pasó por una semana de lágrimas y sangre.
Dentro todo ese zafarrancho, es importante destacar a Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Pro Santa Cruz, y Marco Antonio Pumari, máximo ejecutivo del Comité Cívico de Potosí. Estos jóvenes líderes pusieron el pecho a las balas, y le taparon la boca a muchos escépticos –debo admitir que una de esas fue la mía-. Su valentía fue vital para debilitar al régimen, y obligarlos a renunciar después de trece años de hegemonía socialista.
En Cochabamba fue importante el accionar de la Resistencia Juvenil Cochala –un grupo de autodefensa organizado para proteger la ciudad de los ataques de la gente afín a Evo Morales-. Estos jóvenes equipados con motocicletas, hondas y garrotes resistieron varios ataques, pero los días más difíciles fueron el 20 de octubre y el 06 de noviembre. Penosamente, se tuvo que lamentar la muerte de Limbert Guzmán (20 años) y una centena de heridos. Como dice una parte del himno de la ciudad: «Cochabamba probó su heroísmo».
Lo patético de la jornada fueron los discursos de renuncia de Evo Morales y Álvaro García Linera. Después de que ambos violaron la constitución, se burlaron de un referéndum, ordenaran a su militancia usar la fuerza para defender su gobierno, amenazaron con matar de hambre a varias ciudades, y pretendieron volver a Bolivia en un Vietnam, tuvieron la bajeza de declararse «victimas» de un golpe de Estado. Pero bueno, sabemos que la decencia no es una característica de los socialistas.
Por su parte, Nicolás Maduro –principal aliado del régimen masista- en una publicación en su cuenta de twitter declaró lo siguiente: «Condenamos categóricamente el golpe de Estado consumado contra el hermano presidente @evoespueblo. Los movimientos sociales y políticos del mundo nos declaramos en movilización para exigir la preservación de la vida de los pueblos originarios bolivianos víctimas del racismo.»
Parece que el tirano caribeño olvidó la enorme cantidad de muertos, los cinco millones de venezolanos exiliados, y la extrema miseria en la que tiene sometido a su pueblo. Si hay algún enemigo de la vida, ese es Maduro y toda la banda delincuencial del Foro de Sao Paulo.
Estoy contento por esta victoria, pero los problemas económicos siguen, y esos no van a desaparecer con la renuncia de nuestro tirano andino. Trece años de gobierno socialista nos dejaron una enorme deuda externa, un gigantesco hueco fiscal, un desorden institucional, y una burbuja económica que está a punto de estallar. Problemas que el próximo gobierno deberá enfrentar de la forma efectiva, si no quiere ver el retorno del evismo el 2025.
Pero –y a pesar que todavía el MAS está generando miedo en el país y nuestros problemas institucionales- Bolivia muestra al mundo que se puede vencer al socialismo, que las naciones son más grandes que sus tiranos, y que un pueblo humilde puede ser el dueño de un gran coraje.
Bolivia, mi querida nación, hoy todos tus hijos coreamos con orgullo la quimba de nuestra cueca: «Te llevo en mi corazón, y te doy mi inspiración, como quiero a mi patria Bolivia».