A favor de la educación diferenciada
La prensa, la academia, especialmente las ciencias sociales, y los políticos nos venden el verso de una sociedad más «inclusiva», más «tolerante» y con menos «discriminación». Pues aunque esas declaraciones suenen bonitas, no dejan de ser un espejismo para imponernos una tiranía, pero esta vez con el disfraz de «libertad». Por ejemplo, cuestionar el dogma de la educación mixta, automáticamente, lo convierte a uno en «machista», «misógino», «intolerante», «retrogrado» y un largo etcétera.
Pero los cuestionamientos a la educación mixta no vienen de unos «dogmáticos» e «intolerantes» católicos y evangélicos -por si acaso, estoy a favor que ambos grupos cuestionen los dogmas de la corrección política-, sino de Linda Sax (docente en la Universidad de California en Los Ángeles) y María Calvo (Doctora en derecho y profesora en la Universidad Carlos III de Madrid).
En su trabajo Educación diferenciada por sexo –investigación financiada por la National Science Foundation (NSF), cuya fuente de datos son la encuesta Freshman CIRP y más de 8.000.000 de estudiantes en más de 1.000 instituciones de Bachillerato en EEUU- la profesora Sax expone cómo la educación diferenciada anima a las mujeres a escoger las carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología y las matemáticas. Además, que las mujeres que eligen una carrera de esta área tienen más posibilidades de encontrar un buen trabajo con una mayor retribución salarial (si señores, la brecha laboral depende más del área de formación que del sexo).
Adicionalmente, Linda Sax ha presentado los datos del SAT (Examen de admisión a la universidad, por sus siglas en inglés) en EEUU, donde se ha podido observar que los resultados obtenidos por las alumnas de educación diferenciada están por encima de los obtenidos en las escuelas mixtas independientes, tanto en lengua como en matemáticas, y supera una diferencia aún más acusada a los resultados de las escuelas públicas. Según especificó, estos son resultados «netos», es decir, que tienen en cuenta las diferencias socioeconómicas o culturales para que la comparación entre escuelas sea homogénea.
Por su parte, la profesora María Calvo en su libro La Masculinidad robada cita lo siguiente:
En contra de lo que muchos piensan, la educación diferenciada garantiza en mayor medida la igualdad de oportunidades ya que atiende a las problemáticas propias y específicas de cada sexo. La meta es la misma para ambos sexos: alcanzar el mayor desarrollo personal y el mejor rendimiento académico posible. Pero el camino para llegar a ella es diferente, ya que niños y niñas son diferentes. Por ejemplo, existen estadísticas que demuestran cómo las chicas acceden en mayor medida a carreras de ciencias cuando están solas. En los colegios sólo de chicos éstos elevan su nivel académico, entre otras cosas, porque se les respeta su ritmo cognitivo y de maduración, más lento que el de las niñas. Ignorar estas diferencias es injusto y supone un perjuicio evidente para los chicos. Por tanto, lo que dificulta la igualdad de oportunidades es precisamente la falta de respeto por las diferencias. (La masculinidad robada, 2012)
Pero el problema central de la educación mixta no es el académico, sino el emocional. Son los niños los que salen perdiendo porque en las aulas mixtas se impone el «ideal femenino». Es decir, el profesor exige a los niños que sean igual de ordenados, puntuales, quietos, delicados y obedientes que las niñas. Y esto no sirve para los chicos porque tienen otra forma de aprender. Su mayor activismo resulta fatigoso para el profesor que, al compararlos con las niñas, tiende a castigarlos en mayor medida por comportarse «como chicos». Esta situación ha llevado en algunos casos a un fenómeno curioso pero altamente preocupante: diagnosticar a muchos niños el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, cuando en realidad su único problema es el de ser varones, activos, enérgicos, competitivos y muy movidos en clases compartidas con niñas más pausadas, tranquilas y disciplinadas. En resumen, los pensadores de la neoizquierda quieren volver homogéneo aquello que es heterogéneo por naturaleza.
Finalmente, la presión política que estamos sufriendo los padres, colegios y los maestros (en Bolivia la educación diferenciada se anuló el 2013, pero ya hubo intentos anteriores, incluso con gobiernos más de «derecha») para que se imparta educación mixta responde más a un presión ideológica que educativa. Además, de violar la libertad de elegir el tipo de educación que los padres deseamos para nuestros hijos. Tenga en cuenta algo, el primer triunfo de la ideología de género no fue el «matrimonio homosexual», sino la destrucción de la educación separada por sexos (algo que empezaron allá por los 90).
Bibliografía
(2012). En M. Calvo, La masculinidad robada (pág. 50). Madrid: Amazon.
Martha Isabel Jimenez Marquez
septiembre 19, 2020 @ 12:59 am
Excelente artículo Hugo, me encantó! Estoy totalmente de acuerdo.