Crece la violencia del suplente del cocalero
Pasaron las celebraciones del 6 de agosto en Bolivia. Empero, como lo explique en mi anterior columna: no hay nada que festejar. Y es que, Arce Catacora (el suplente del cocalero) en su provocador e incendiario discurso presidencial dejo claro tres cosas: 1) Van a seguir mintiendo sobre el fraude, la salud y la economía. 2) Están listos para ejercer más violencia que el pasado. 3) No están dispuestos a perder el poder ni en elecciones ni por otros medios.
Al mismo tiempo, la confesión de Arce Catacora sobre los bloqueos de caminos del año 2020 -organizados por los masistas camuflados bajo el mote de «autoconvocados» y que causaron la muerte de cientos de bolivianos- debería ser motivo suficiente para un juicio penal, pero sabemos que eso no va a pasar.
En resumen, el festejo del nacimiento de Bolivia fue un circo, que nos muestra que el MAS está en una orgia de poder y violencia. Además, cual pandilleros, se encuentran dispuestos a marcar territorios y desaparecer a sus oponentes.
Independientemente, de las críticas que tengo contra la oposición -que, con salvadas excepciones, están ahí para cobrar sus 3 mil dólares de sueldo mensual- debo admitir que interrumpir el discurso de Arce Catacora fue un acto de rebeldía y valentía.
Paralelamente, El 02 de agosto, la Asamblea de la cruceñidad convocó al movimiento cívico nacional a rearticularse, al anunciar vigilias y apoyo a las medidas de presión en la Chiquitanía, región que se ha declarado en emergencia contra los avasallamientos y dotación de tierras -que no es nada más que una cruel ingeniera social y electoral promovida por el MAS-.
Como era de esperarse, El Movimiento Al Socialismo -en su afán de detener las protestas contra Arce Catacora– movilizó a sus grupos de choque en varias ciudades de Bolivia. Aunque fue en La Paz el único lugar donde funcionó la estrategia.
Mientras tanto, Evo Morales manifestó: «convocaremos a una gran reunión de las organizaciones sociales afines a esta organización política, para hacer una profunda evaluación y ahí tomaremos decisiones de cómo se va a defender nuestra revolución democrática y cultural». En síntesis, va a buscar la confrontación.
En palabras de Gonzalo Arenas Hödar, abogado y político chileno, miembro de la Unión Demócrata Independiente (UDI):
Se podría afirmar que lo que está sucediendo en Bolivia es la reconstrucción de un escenario político que busca dividir nuevamente a la sociedad -que ya se había unido en rebelión contra Morales en 2019- entre buenos y malos. Porque esto permite crear un enemigo al cual odiar, mediante el cual los distintos sujetos sociales con sus distintas demandas sociales generan un vínculo afectivo que los hace tener una acción política común: la destrucción del neoliberalismo y la democracia liberal.
Entonces ¿Qué podemos concluir de este extraño aniversario patrio?
La significativa fecha del 6 de agosto y la bandera nacional son elementos simbólicos que el MAS todavía no ha logrado romper, aunque muy probablemente siguen siendo parte de los objetivos en su afán de reescribir la historia y, siguiendo el libreto cubano, colocar a Evo Morales en categoría de semidiós.
La esperanza viene de Santa Cruz de la Sierra. Puesto que es la única población que manifestó rechazo masivo a los planes totalitarios del gobierno. Cochabamba, a pesar de la cruel persecución contra la Resistencia Juvenil Cochala, sigue firme en la defensa de las libertades. Penosamente, La Paz está secuestra por los grupos de choque del gobierno. Pero también, por la indiferencia de su población -que vio de palco la paliza que recibieron los pocos paceños valientes que marcharon el 5 de agosto-.
La economía boliviana va en caída, con Reservas Internacionales en constante picada, una reactivación del acoso tributario, y destrucción mayúscula de la iniciativa privada.
Con todo, es más que urgente que la población boliviana recupere aquello que nos unió durante el 2019: el amor por la libertad.