Bolivia, no hay que pedir peras al olmo
La crisis económica en Bolivia ya no se puede ocultar. El descalabro es tan grande, que hasta la dictadura lo tuvo que admitir, Marcelo Montenegro, ministro del área, fue el encargado de hablar de la inflación del 5%. Obviamente, culparon a la coyuntura internacional, al cambio climático y hasta a las vendedoras de los mercados populares. Todos son responsables de la subida de precios, de la falta de dólares y de la miseria de los hogares, sí, todos, menos ellos, que lo hacen todo «bien».
Empero, acá es válido un interrogante: ¿es posible que el MAS, en cualquiera de sus facciones, haga un cambio de timón, como en su momento lo hizo Víctor Paz con el MNR?
La respuesta es simple: No.
Sucede que el MAS, por mucho que se presente como la representación y la voz de los pueblos indígenas de Bolivia, es, en realidad, una fuerza de ocupación que responde a una franquicia delictiva transnacional llamada: Socialismo del Siglo XXI. Por lógica, sus intereses no son los intereses de los bolivianos.
Su único objetivo es la permanencia indefinida en el poder, para lo cual tienen un plan de tres partes: 1) Modificaciones totales de las constituciones de los países, 2) Desinstitucionalización de los organismos de seguridad y defensa (Policía y FFAA), 3) Centralización de la actividad económica en manos del gobierno central. De hecho, la promulgación de la Constitución del Estado Plurinacional es la culminación de sus planes y, al mismo tiempo, el génesis de la crisis económica que atraviesa el país.
Muchos opositores suelen criticar al MAS por haber desperdiciado la bonanza que dejó el gas, asumen que el asunto se trató de falta de conocimientos en temas económicos. No obstante, esa es una lectura muy miope y, todavía peor, benévola sobre la gestión del cocalero Morales y la actual. Veamos:
Debemos comprender que los gobernantes adheridos al Socialismo del Siglo XXI primero te quitan cualquier posibilidad de progreso y desarrollo personal. Segundo, convierten al Estado en una gran agencia de empleos para sus militantes, ergo, elevan el gasto público a niveles astronómicos. Tercero, bajo cualquier subterfugio, sacan los dólares de circulación e incrementan la cantidad de moneda nacional en circulación para crear auges ficticios. Finalmente, anulan la propiedad privada. Todo lo anterior es el camino más eficiente para generar masas de pobres, miserables, dependientes y esclavos.
Al respecto, el economista peruano, Ian Vásquez, en su artículo: Esclavos cubanos de exportación, afirma que:
Hay más de 8.600 médicos cubanos en Brasil. Cuba tiene este tipo de arreglos con países alrededor del mundo. Algunos pagan más. Según Cuba Archive, Cuba recibe US$25.000 al mes de Arabia Saudí por cada cirujano plástico. De hecho, Cuba no se limita solo a exportar el trabajo de doctores. Envía alrededor de 65.000 profesionales de todo tipo. Para Cuba, esto se ha vuelto un negocio indispensable. En el 2016, las entradas de los profesionales cubanos enviados al extranjero representaron un ingreso al Estado Cubano de US$8.000 millones, más del doble de lo que el país gana gracias al turismo. La exportación de los servicios de profesionales cubanos es la fuente más importante de ingresos y la divisa fuerte del régimen.
Pero no es necesario mirar a Cuba, basta con pegar los ojos con el comportamiento de Arce Catacora y Evo Morales, que en su actual disputa de poder están usando a sus militantes como grupos de choque y hasta de esclavas sexuales.
En conclusión, el gobierno no tiene una solución para la crisis, pues su verdadera estrategia es agudizarla. No estamos gobernados por estadistas, sino por una manada de bandoleros que han hecho de la pobreza su negocio.