En Bolivia se acabó la fiesta, empezó la resaca.
Bolivia cobró relevancia el año 2013 cuando su PIB alcanzo un crecimiento del 6.5%. Analistas de toda América Latina alabaron la gestión de Evo Morales, y funcionarios del gobierno recorrían el globo mostrando el éxito del “modelo boliviano”. Aprovechando tan favorable coyuntura, en noviembre de ese año, el gobierno decretó “El Segundo Aguinaldo Esfuerzo por Bolivia”, medida que obliga las empresas a pagar dos planillas salariales extras enteras a todos sus empleados, en palabras sencillas, los trabajadores cobran catorce sueldos en un año de doce meses.
Desde entonces, entre noviembre y diciembre se vive el tire y afloje entre el sector empresarial, los trabajadores y el gobierno. Los primeros piden, con sobradas razones, que no se los asfixie con decretos tan draconianos, los segundos salen a defender sus “derechos” y el gobierno que aprovecha la coyuntura para agrandar su círculo de acción.
Pero, y por mucho que a economistas, trabajadores y abogados no les guste, el trabajo no es un derecho, sino una mercancía cuyo precio debe ser fijado en el mercado. Mientras mayores “beneficios” sociales se tengan en el presente, los índices de desempleo serán más grandes en el largo plazo. Ósea, fiesta hoy, resaca mañana.
Lastimosamente, la resaca ya llegó. Según datos de la Federación de Entidades Empresariales Privadas de Cochabamba, 939 empresas Cochabambinas suspendieron sus operaciones el pasado 2018. De ese total, el 91% lo componen empresas unipersonales, y el restante 8% corresponde a Sociedades de Responsabilidad Limitada o Sociedades Anónimas.
En una entrevista al periódico Los Tiempos, Javier Bellot, presidente de los empresarios de Cochabamba, expresó lo siguiente: “Este fenómeno se debe a la gran carga laboral, sanciones impositivas, requisitos que el Gobierno impone para establecerse formalmente y el poco apoyo que se brinda a las empresas”.
Para el economista y asesor de inversiones Mauricio Ríos García “El modelo de sobre estimulo a la demanda interna ya está agotado, y es urgente que el gobierno tome medidas para fomentar la inversión privada”.
Penosamente, el gobierno de Morales está yendo por la ruta contraria. Por ejemplo, en días pasados El Banco Interamericano de Desarrollo y El Estado Plurinacional de Bolivia firmaron un nuevo contrato de crédito internacional por un monto de 100 millones de dólares americanos.
Si señores, el gobierno anti imperialista de Bolivia depende de los dólares que puede conseguir en los organismos de crédito internacional. Medida que se seria justificable, si fuera a ser usada, por ejemplo, en un proceso de dolarización. Pero no, ese crédito será usado para seguir financiando el gasto fiscal, en palabras sencillas, es tapar un hoyo pequeño, abriendo uno más grande.
¿Y la oposición? Carente de todo proyecto político serio, resume su discurso a un devaluado 21F. Que dentro la actual coyuntura económica es un tema absolutamente insignificante para la población de a pie, pero muy rentable para los politiqueros que no quieren perder vigencia.
Siento ser tan pesimista, pero a los grandes empresarios les aconsejo invertir afuera del país, a las familias ahorrar en dólares y a los más jóvenes buscar nuevos horizontes más allá de nuestras fronteras.