El saqueo de Bolivia
Mucha razón tenía James M. Buchanan de señalar al keynesianismo como el culpable del declive de la sana moralidad fiscal victoriana. Pues desde que en 1936 se publicará La teoría general, las naciones de occidente han avanzado vertiginosamente en el peligroso camino del gasto deficitario. Además, de acelerar la destrucción de cualquier marco institucional que permita la sana convivencia. Verbigracia, el respeto a la propiedad privada.
Penosamente, la pregunta que nunca hicieron ni Keynes ni sus discípulos es ¿De donde obtiene el Estado sus recursos? Al parecer, tampoco les importa, ya que su principal preocupación es construir ecuaciones con una jerga incompresible. Pero ese es tema de otro debate.
Sin embargo, la respuesta es sencilla. Los Estados pueden obtener sus recursos solamente de tres maneras: 1) Impuestos, 2) Deudas (externas o internas) 3) Emisión monetaria.
Ahora bien, como en Bolivia la prudencia no es algo que abunde en los políticos, con la excepción del periodo 1985 – 2005, el gobierno de Evo Morales y Arce Catacora se caracterizó por el incremento acelerado de la deuda pública, la presión tributaría y la manipulación de la tasa de interés. Así es, El modelo económico social comunitario productivo -del que tanto presumía Arce Catacora– no era más que la repetición de los viejos errores keynesianos.
Por ejemplo, en marzo del 2017, el gobierno de Bolivia emitió bonos soberanos por 1000 millones de dólares. Dineros que, en teoría, tenía como destino la construcción de hospitales, como en su momento informó el entonces ministro Arce Catacora.
Pero esa no era la primera vez que el régimen de Morales emitía bonos. Pues ya lo hicieron el 2012 y el 2013, bajo el pretexto de invertir en las empresas «estratégicas» que había creado el gobierno nacional.
Pero a pesar de toda la retorica utilizada para justificar el endeudamiento la realidad es que el sistema de salud boliviano está colapsado, y varias de las empresas «estratégicas» no producen nada, aunque costaron $ 1030 millones.
Desde luego, Luis Arce Catacora y Marcelo Montenegro argumentaran que esas empresas ayudaron a robustecer las cifras de crecimiento macroeconómico. Por lo mismo, afirmaran que un nuevo incremento de la deuda y el gasto público reactivará la economía. Sin embargo, si Bolivia no hubiera gastado de semejante manera durante el auge de materias primas previo, hoy tendría mayor capacidad para encarar la crisis de salud y económica.
Pero el problema no termina con unas empresas ineficientes, sino que es sólo una muestra del pésimo sistema de gestión que caracterizo a los catorce años del MAS. Pues en su afán de gastar a manos llenas, el régimen no dudo ni un segundo en tomar las jubilaciones de los trabajadores.
Aun cuando Arce Catacora y Morales intentaron justificar la intervención con varios vericuetos semánticos. La realidad es la siguiente: el gobierno nacional obligó a las AFPS a invertir en bonos estatales. Ya que la ley 065 limitaba todos los campos posibles de inversión de los fondos jubilatorios (incluso prohibía destinar dineros a los bienes raíces), pero dejaba abierta la posibilidad de hacerlo sin límite alguno en los instrumentos financieros del gobierno.
Para desgracia de millones de trabajadores bolivianos, ese abuso condenó a que los fondos de jubilación tengan un misero rendimiento del 4% el 2020. En palabras de Mauricio Villafane (experto en jubilaciones y pensiones): «hoy en día sería preferible invertir tus ahorros para la jubilación en un DPF ordinario que dejarlo en una AFP».
Como vemos, aquellos que «gobernaban obedeciendo al pueblo», condenaron a nuestros trabajadores a recibir una jubilación miserable, y a las futuras generaciones a pagar una enorme deuda externa (la más alta en la historia de Bolivia). Si señores, fueron responsables del saqueo de Bolivia.