La mujer: el pilar conservador por antonomasia
En mi natal Bolivia el mes de mayo es uno de los más importes del año -apenas superado por la navidad-. Pues el 27 se celebra el Dia de la madre.
Pero más allá del afecto natural que todos sentimos por nuestras progenitoras, festejar a la madre tiene fuertes implicaciones culturales y políticas. Veamos.
A lo largo de la historia humana, y en todas las culturas, lo femenino y masculino aparecen como dos fuerzas que se complementan. El escritor Ítalo Calvino decía que: «la mujer es la continuidad de la vida y el hombre continuidad de la muerte».
Aristóteles consideraba que había una diferenciación notable entre los machos y las hembras de todas las especies animales. Explica que las hembras son pasivas y los machos son activos, en parte por las ideas de actividad y pasividad de la filosofía clásica. Por actividad Aristóteles se refiere a la causa eficiente, y por pasividad se refiere a la causa material. Es decir, que el hombre aporta el movimiento y la mujer el sustrato. Como el óvulo y el espermatozoide.
Lo más lógico entonces es que las diferencias naturales den lugar a la división del trabajo. Pues no tendría sentido que ambas partes hicieron de todo. Lo sensato es que cada uno se ocupase de unas tareas determinadas, dedicase a ellas todo su tiempo, y aprendiese a hacerlas lo mejor posible.
Las mujeres respondieron a su naturaleza -la maternidad especialmente- y se dedicaron al hogar y a los hijos (justamente, por eso a nuestro primer idioma se lo conoce como lengua materna).
Como vemos, la naturaleza dotó a las mujeres del don maravilloso de la maternidad. Pero el feminismo parte de la idea contraria, pues la filósofa feminista Shulamith Firestone considera que la mujer es víctima de la «tiranía de la biología». Si. Usted leyó bien, dice claramente: «tiranía de la biología». De ahí que las militantes feministas ataquen sin piedad alguna a las mujeres que deciden ser madres, esposas y, especialmente, a todas aquellas que no se adhieren a su credo. Como vemos: la «sororidad» sólo aplica a quienes militan en sus violentos colectivos.
Si bien el feminismo lleva décadas construyendo un relato de «opresión» patriarcal, el sentido común se va a imponiendo. Ya que cada día, y en diferentes países del mundo, surgen nuevas voces femeninas que se oponen al actuar de las pandillas feministas. No me refiero solamente a las figuras más mediáticas como Alicia Rubio, Rocío Monasterios, Celeste Ponce, Lupe Batallan, Ana María Restrepo o Mamela Fiallo, sino a todas aquellas mamás que advierten a sus hijos sobre el peligro de esta nefasta ideología.
Note las diferencias, pues mientras los conservadores consideramos que todas las madres son poderosas, valiosas e importantes. Los colectivos feministas creen que las madres pobres no son capaces de criar y cuidar a sus hijos. Por ende, deben asesinarlos en el vientre materno. Mientras que los conservadores queremos mujeres libres. Las feministas las quieren sometidas a su ideología. Finalmente, mientras los conservadores estamos seguros de que todas las mujeres son el pilar fundamental de nuestra civilización, ya que transmiten el lenguaje, los valores y la cultura. Las feministas las consideran oprimidas e incapaces de guiar su vida sin la ayuda del feminismo.
Por eso, las mujeres deben defender la feminidad, la maternidad y la familia. Como dice mi esposa: «femenina si, feminista jamás»