El Estado contra la niñez boliviana
El caso de la niña de 11 años violada y embarazada por su abuelastro causó revuelo, indignación y solidaridad en Bolivia. No obstante, instituciones como IPAS o IPFF aprovechan la tragedia de la menor para promover su agenda a favor del aborto como un «derecho» reproductivo.
¿Derecho a la vida o libre elección de la mujer?
La segunda opción es la posición defendida por la nueva izquierda (feminismo, ambientalismo y los lobbies LGTB) y aceptada por buena parte de los libertarios modales. Defienden el presunto derecho de la mujer a elegir sobre su cuerpo, por ende, a tener o no al hijo que viene en camino. Se basan en una defensa pueril sobre la autonomía del cuerpo de la mujer. Puesto que bastaría con decirles que el cuerpo de una mujer no tiene dos cabezas, cuatro brazos o cuatro piernas. El nasciturus no es una uña, un grano, un mechón de pelo o un complemento del que la mujer puede prescindir cuando quiera; es una vida humana.
Los sectores abortistas asocian a los provida con el catolicismo y a la derecha más conservadora. No es una cuestión de religiones o de creencias. Desde el instante de la unión entre un óvulo y un espermatozoide, existe ya un ser vivo con ADN, eso es un hecho irrefutable. Asimismo, desde la concepción, hasta las 12 semanas de gestación, se forman los principales órganos del feto: corazón, intestino, estómago. Y al final del primer mes, se empieza a desarrollar el sistema nervioso.
Por otra parte, la oposición al aborto no es patrimonio exclusivo del cristianismo. Son muchos los pensadores ateos, como el filósofo marxista Gustavo Bueno, que lo han rechazado. Bueno, desde el materialismo filosófico, ataca la idea de que mujer es propietaria de su cuerpo y, por ende, puede abortar, principal argumento abortista, y lo compara con la esclavitud. Sostiene pues, que las personas son propietarias de cosas externas a ellas. Una persona puede ser propietaria de una bicicleta o de un libro, pero no de otro ser humano.
Hablemos claro: el aborto fue, es, y será el asesinato de un ser humano en gestación. No hay acá ningún derecho humano. Pues es justamente lo contrario.
Con todo ¿cuáles son los intereses para que, en Bolivia, sino en toda América Latina, se impulse una agenda tan nefasta?
La imposición del aborto, o la constante presión sobre su legalización, pone en evidencia que los Estados nación han sido rebasados por los enjambres de poder que buscan gobernar al mundo como a una aldea global. Es una nueva forma de colonialismo del que participan oficialistas y mucho «opositores» bolivianos, la senadora Andrea Barrientos, por citar un caso.
Y es que las redes transnacionales de poder han permeado a todas las esferas del Estado boliviano, que las instituciones llamadas a garantizar los derechos de los habitantes de este país son las primeras en impulsar el homicidio de bolivianos en el vientre materno.
Por ejemplo, Nadia Cruz, Defensora del pueblo en la ciudad de Santa Cruz, en un contacto con el periódico El deber ―y a raíz del rol que tuvieron algunos miembros de la iglesia católica para que la menor no se someta al aborto― se refirió de la siguiente manera: «La actuación de la Iglesia con la niña creo que es un acto delincuencial y pondremos en conocimiento esta situación ante el pontífice (Papa Francisco). El rol de la Iglesia es otro. Existe un atentado contra los derechos de la niña». Las declaraciones de Cruz responden a un acuerdo que La Defensoría del pueblo firmó con la ONG IPAS Bolivia (diciembre del 2020) para garantizar los derechos «reproductivos» de las niñas y adolescentes.
Pero Nadia Cruz no fue la única autoridad que se pronunció sobre el tema. El ministro Eduardo del Castillo en su cuenta de Twitter escribió lo siguiente: «Cuando una niña de 11 años es obligada a dar a luz producto de una violación, le están vulnerando todos sus derechos. Lamentamos que algunas instituciones se sientan con la autoridad de impedir la interrupción legal de un embarazo bajo criterios aleccionadores y morales».
Es obvio que ambas autoridades se están limitando a repetir un discurso financiado por las instituciones como IPAS o la Agencia técnica de cooperación de España (AECID), que es la principal impulsora de la agenda de género en el país desde el año 2010. Además, que olvidan un gran detalle: la niña lleva en su vientre a un ser humano de casi seis meses de gestación. A esa altura del embarazo, el bebé posee la capacidad de oír y distinguir otros sonidos diferentes al de su madre. Por ello, se afina el órgano auditivo y éste percibe los sonidos externos más allá del vientre de la madre.
Estas y otras cosas parecidas las escucharemos en los próximos años, un carrusel de sinsentidos y contradicciones. Pues la agenda 2030 de la ONU tiene como objetivo legislar hasta el último rincón de la vida. Para eso se van a valer de todo tipo de artimañas. Entre ellas, promover que los niños puedan «cambiar» de sexo y, al mismo tiempo, condenar a los padres que enseñen valores religiosos.
Penosamente, vivimos en una época donde los delincuentes tienen toda clase de garantías legales. Pero los ciudadanos decentes quedan en total indefensión frente a los asaltos, robos y otros crímenes. Y donde se respetan los derechos de los violadores. Pero se condena a muerte a los niños por nacer. Si señores, la era progresista no es nada más que el regreso a los tiempos bárbaros donde la vida humana no tenía ningún valor.