La sociedad avatar, de la pandemia al control total
En 1920, Ludwig von Mises, en su libro El cálculo económico en la comunidad socialista, analizó la imposibilidad económica de una sociedad centralmente planificada. A grandes rasgos, en análisis planteado por Mises fue el siguiente:
- Sin propiedad privada en los factores productivos, no habrá mercado para los medios de producción.
- Sin un mercado para los medios de producción, no habrá precios monetarios establecidos para éstos.
- Sin precios monetarios, que reflejen la escasez relativa de bienes de capital, los responsables económicos no podrán calcular racionalmente el uso alternativo de los bienes de capital.
Por su parte, Friedrich August von Hayek, alumno y amigo de Mises, en Individualismo y orden económico, propuso otro análisis basado en la teoría del conocimiento, que podríamos resumir de la siguiente manera:
- El conocimiento es disperso y no unificado. Por lo tanto, el conocimiento individual es siempre imperfecto.
- En una economía de libre mercado, esos conocimientos sobre la dispersión se coordinan a través del sistema de precios.
- En una economía socialista de planificación centralizada, y después de abolir el sistema de precios, el planificador central no es capaz de poseer todo el conocimiento de toda la sociedad.
- Siendo incapaz de poseer todo el conocimiento necesario, el planificador central no es capaz de calcular racionalmente la eficiencia de los usos alternativos de los bienes de capital.
Como vemos, para ambos autores la planificación centralizada es inviable e ineficiente, porque los precios reflejan, por un lado, escasez y, por el otro, desinformación. Por lógica, la mejor forma de organizar la economía es dejarla en la mano invisible del mercado, como lo muestran los indicadores económicos de los países más libres, verbigracia, Singapur.
Si bien, Hayek era un pensador genial, falló -como lo haría cualquier ser humano-. Quizás su error más grande fue haber reducido el comportamiento de los socialistas a un tema de conocimiento. Por ejemplo, «Si los socialistas supieran economía, no serían socialistas» es una de sus frases más repetidas.
Pero el conocimiento de teoría económica no es algo que motive a los militantes de izquierda. Su verdadero interés es el poder, como muy bien lo describe Álvaro García Linera -personaje que no es de mi agrado, pero que es necesario estudiar para comprender el pensamiento socialista en Hispanoamérica-.
Pues bien, la pandemia del COVID-19 les dio el pretexto perfecto para que los gobiernos de occidente copiaran, o por lo menos lo intentaran, Skynet -proyecto de seguridad chino que inició con el objetivo de organizar el tránsito, pero que ahora se usa para controlar a la población del gigante asiático-.
Por citar algunos casos, Argentina y España se suman a otros países en el uso de la aplicación Coronapp, y en Marruecos y Francia se ha recurrido al uso de drones para el control del distanciamiento físico. Aunque muchos dicen que las intenciones son buenas, y que debemos evitar las «conspiraciones». El problema no radica ahí, sino en el peligro que representa ese tipo de tecnologías en manos de gobiernos autoritarios.
Por otro lado, el pensador conservador Miklos Lukacs advierte sobre las consecuencias que tendría la inteligencia artificial en la libertad individual.
Gobiernos, empresas y centros de investigación continúan desarrollando sistemas de Inteligencia Artificial (IA) pero la competencia mundial es ampliamente dominada por China y los EE.UU. China lidera el desarrollo de drones, sistemas de reconocimiento de voz, traducción por máquinas y tecnología de reconocimiento facial. Mientras que EE. UU. presenta mayores avances en robótica, vehículos autónomos e IA aplicada a los negocios, especialmente tecnología financiera o Fintech. Los sistemas de IA ya intervienen de manera cotidiana en nuestras vidas; cuando hacemos búsquedas en Internet o usamos aplicativos para evitar el tráfico, comprar productos o pagar recibos en línea, son los algoritmos los que optimizan estas funciones. No obstante, estos mismos algoritmos también podrían desplazarnos de nuestros empleos, abolir nuestra privacidad y suprimir nuestras libertades con absoluta impunidad. (Lukacs, 2020, p 48)
Al parecer, las mentes detrás de la Inteligencia Artificial tienen como ejemplo a los Navi (personajes de ficción de la película Avatar).
Los Navi son una especie humanoide fuerte y con rasgos ligeramente felinos. La larga cabellera que los caracteriza, es en realidad una conexión neuronal compuesta por multitud de filamentos y ramificaciones nerviosas de gran sensibilidad, mejor conocida como Tsahaylu. La red les permite a los Navi conectarse con todo su planeta (una especie de sensibilidad colectiva). Y en ese tipo de conexiones están basados algunos trabajos de Larry Page, quien además de ser propietario de google, es un ideólogo transhumanista que cree que la IA solucionará el problema de la incertidumbre en los negocios (a los socialistas les encantaría usarla para planificar no un negocio, sino una nación entera), combatir el cambio climático y prevenir delitos.
El problema de las utopías es que se ven bonitas en las películas, pero en la realidad terminan en distopías. Porque una nación donde se ejerza un riguroso control estatal para garantizar una sociedad organizada, feliz y conforme podría derivar en un régimen totalitario, que reprime al individuo y cercena sus libertades en función de un supuesto bienestar general. Mucho cuidado con pasar de la pandemia al control total.
Bibliografía
Lukacs, M. (2020). La tiranía de los algoritmos. Pandemoniun (pág. 48). Bogota: Mises Report