Con el feminismo pierden las mujeres, pero gana el Estado
La frase «divide y vencerás» se le atribuye al general Romano Julio Cesar (100 – 44 A.C.). Es muy fácil deducir el sentido de esa locución: si tu enemigo está dividido será fácilmente sometido.
Esa vieja estrategia romana sigue siendo usada por la izquierda alrededor del mundo. En su momento enfrentaron a obreros con inversionistas. Pero ante el colapso económico de la URSS, y la innegable superioridad del capitalismo para generar riqueza y reducir los índices de pobreza, la izquierda se vio forzada a buscar nuevos sujetos a quienes venderles su retorica, y al mismo tiempo, enlistarlos en sus filas de revoltosos.
Entonces recurrieron a sus viejos referentes, y se preguntaron ¿Qué aconsejaron Marx y Engels para destruir el capitalismo? Ambos dejaron claro que para desmontar el capitalismo primero se debía destruir la familia. Pero para que aquélla sea destruida antes tiene que ser dividida, y para dividirla nada mejor que el feminismo.
Yorbis Esparragoza, analista político y escritora, acaba de publicar su libro No más feminismo: la Izquierda en contra del hombre y la familia. La opera prima de esta joven intelectual venezolana nos muestra como la izquierda instrumentaliza a la mujer. Frases como: «No hay socialismo sin feminismo», «La revolución socialista debe ser feminista» o «mi cuerpo, mi decisión», nos muestran que todo el movimiento de los pañuelos verdes y morados, son solamente camuflajes de un rojo socialista.
Pero el trabajo no queda ahí, también describe como a nombre del empoderamiento las mujeres son reducidas a simples dependientes de un mega Estado del Bienestar que compra con bonos su lealtad. Obviamente, esos bonos serán comprados con programas sociales que salen de los impuestos de los contribuyentes.
Y si los impuestos son insuficientes –como lo muestran los datos fiscales de todos los Estados Benefactores- siempre se puede usar el recurso de la deuda externa. Por ejemplo, el año 2018, el BID otorgo a Argentina un crédito de 200 millones de dólares para que la nación gaucha impulse políticas de género, entre ellas, la legalización del aborto.
Lamentablemente, Bolivia tampoco queda exenta del movimiento feminista. Políticos como Carlos Mesa o Cecilia Requena –ambos de la agrupación política Comunidad Ciudadana que según las encuestas va segunda en intensión de voto– expresaron abiertamente su apoyo al feminismo, el ecologismo y el aborto. Esto nos prueba algo: tener una mala oposición es peor que tener un mal gobierno.
Entonces, y considerando que el feminismo es una forma de esclavitud ¿Qué necesita la mujer para ser realmente libre? Lo mismo que los varones gobierno limitado, mercado libre y propiedad privada. Si estimado lector, solamente el capitalismo empodera a la mujer